Los “Rods”: las criaturas invisibles que vuelan entre nosotros
Durante los años noventa, muchos empezaron a hablar de unas extrañas formas que parecían surcar el cielo a toda velocidad. No eran pájaros, ni insectos, ni nada que se hubiera visto antes. Las cámaras de vídeo comenzaban a captarlas sin que nadie las percibiera a simple vista. Aquellas misteriosas figuras alargadas fueron bautizadas como “rods”, o “barras voladoras”.
El primero en ponerles nombre fue José Escamilla, un camarógrafo de Roswell (Nuevo México) que en 1994 grabó unos objetos con forma de bastón que parecían moverse con vida propia. Escamilla quedó
tan impactado que dedicó años a investigarlos, convencido de que había descubierto una nueva forma de vida aérea, invisible al ojo humano, pero detectable con cámaras de vídeo.
tan impactado que dedicó años a investigarlos, convencido de que había descubierto una nueva forma de vida aérea, invisible al ojo humano, pero detectable con cámaras de vídeo.
En sus grabaciones se observaban “barras” con apéndices laterales, como aletas ondulantes,
desplazándose por el aire a gran velocidad. Para muchos, aquello era la prueba de que nuestro planeta albergaba seres biológicos desconocidos. Algunos incluso hablaron de entidades interdimensionales, criaturas que cruzaban planos de realidad que apenas alcanzamos a intuir.
desplazándose por el aire a gran velocidad. Para muchos, aquello era la prueba de que nuestro planeta albergaba seres biológicos desconocidos. Algunos incluso hablaron de entidades interdimensionales, criaturas que cruzaban planos de realidad que apenas alcanzamos a intuir.
Sin embargo, con el tiempo llegaron las pruebas técnicas. Expertos en imagen y documentalistas analizaron los vídeos cuadro a cuadro y descubrieron que la explicación podía ser mucho más sencilla —y menos emocionante— de lo que Escamilla imaginaba.
Cuando una cámara graba con baja velocidad de obturación, los objetos que se mueven rápido, como insectos o murciélagos, aparecen alargados y con trazas borrosas. El batir de sus alas crea la ilusión de
un cuerpo tubular con “aletas”, exactamente la forma de los rods.
un cuerpo tubular con “aletas”, exactamente la forma de los rods.
Experimentos con cámaras de alta velocidad confirmaron que, donde un vídeo común mostraba una “barra voladora”, una grabación más nítida revelaba sin duda una polilla o un mosquito.
Y aun así, el mito sobrevivió. Tal vez porque los rods representan algo más profundo: la posibilidad de
que la tecnología revele dimensiones de la realidad que nuestros ojos no alcanzan. Escamilla defendió hasta su muerte que no se trataba de errores de cámara, sino de “formas de vida interdimensionales” que habitan en el aire y que solo algunos dispositivos logran captar fugazmente.
que la tecnología revele dimensiones de la realidad que nuestros ojos no alcanzan. Escamilla defendió hasta su muerte que no se trataba de errores de cámara, sino de “formas de vida interdimensionales” que habitan en el aire y que solo algunos dispositivos logran captar fugazmente.
El fenómeno fue tratado en programas de televisión, foros de ufología y documentales de todo el mundo. Incluso Cuarto Milenio mostró casos en los que las cámaras parecían registrar movimientos inexplicables similares.
Hoy, la ciencia da una respuesta clara: los rods no existen como criaturas. Pero el misterio continúa, porque detrás de cada explicación racional siempre hay una pregunta pendiente:
¿Y si las cámaras, sin saberlo, han captado algo que la ciencia aún no entiende del todo?
Muy buen artículo Javier. Muchas gracias. Como siempre, a un nivel muy muy excelso.
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