Sevilla y los cielos vigilados: el olvidado observatorio ufológico de San Pablo
En los años 60, mientras el mundo miraba al cielo con temor y fascinación tras el auge de la carrera espacial, Sevilla también tuvo su pequeño rincón dedicado a observar lo inexplicable. Muy pocos lo saben —incluso entre los más veteranos de la ciudad—, pero existió un puesto de observación ufológica cerca del aeropuerto de San Pablo, donde durante casi una década se recopilaron informes, testimonios y registros de fenómenos aéreos no identificados. Un capítulo casi borrado de nuestra historia reciente.
El contexto: una España en blanco y negro… mirando al cosmos
Era la década de los 60. En el exterior, los soviéticos y los norteamericanos disputaban el liderazgo del espacio. En el interior, una España aún franquista vivía sumergida en la censura, pero también experimentaba el despertar de inquietudes científicas y paracientíficas en círculos reducidos. Los platillos volantes no solo eran una obsesión estadounidense. En todo el país surgieron pequeños grupos de observación, clubes de astronomía, e incluso colectivos de contacto que querían desentrañar qué ocurría en nuestros cielos.
Sevilla no fue la excepción. Un grupo de ingenieros aeronáuticos y astrónomos aficionados, algunos con vínculos con la Base Aérea de Tablada, decidieron instalar un puesto de observación discreto en las inmediaciones del entonces modesto aeropuerto de San Pablo, en una zona semirrural donde la contaminación lumínica era mínima y las vistas del cielo nocturno, privilegiadas.
El observatorio clandestino… pero tolerado
El pequeño observatorio, que no contaba con autorización oficial, funcionaba con una tolerancia tácita. Se usaba material óptico civil, como telescopios astronómicos, binoculares militares antiguos y cámaras
de larga exposición. No era un centro científico al uso, pero sí cumplía una función de registro constante, centrada especialmente en fenómenos inusuales que no se correspondieran con vuelos comerciales, estrellas fugaces o meteorología.
de larga exposición. No era un centro científico al uso, pero sí cumplía una función de registro constante, centrada especialmente en fenómenos inusuales que no se correspondieran con vuelos comerciales, estrellas fugaces o meteorología.
Los testimonios recogidos en las escasas actas internas —hoy en manos privadas— hablan de más de 30incidentes documentados entre 1965 y 1972: luces que se detenían en seco sobre el horizonte, objetos que emitían pulsos intermitentes, esferas que cruzaban el cielo en silencio absoluto y hasta una supuesta forma triangular avistada por tres testigos en enero de 1968, que habría sobrevolado la zona de Torreblanca a baja altitud antes de desaparecer rumbo este.
Uno de los responsables del grupo, identificado en los papeles como “A.D.C.”, era ingeniero de telecomunicaciones y mantenía correspondencia con miembros del Centro de Estudios Interplanetarios de Barcelona, así como con aficionados al fenómeno OVNI de Bélgica y Francia. En su diario personal dejó escrito:
> “No queremos convencer a nadie, solo observar. Hay noches donde el cielo habla más que los hombres. Y algunas veces, lo que dice… no lo entendemos.”
¿Por qué desapareció?
En 1972, tras una revisión del perímetro del aeropuerto por parte de una comisión del Ministerio del Aire, se ordenó el desmantelamiento del puesto de observación por ‘motivos de seguridad’. Se advirtió
a sus responsables que las cercanías de infraestructuras estratégicas no eran lugar para “experimentos sin supervisión militar”.
a sus responsables que las cercanías de infraestructuras estratégicas no eran lugar para “experimentos sin supervisión militar”.
A pesar de eso, algunas observaciones continuaron de forma privada hasta bien entrados los años 80, ya desde terrazas particulares o fincas del Aljarafe. Parte del legado de este grupo se conserva en colecciones privadas, entre ellas la de un coleccionista sevillano que prefiere permanecer en el anonimato y que afirma tener negativos fotográficos de una extraña formación luminosa de 1971.
¿Qué vio realmente aquel grupo?
Nunca se encontraron pruebas concluyentes de un contacto, ni evidencias físicas de una nave. Pero el grupo nunca pretendió eso. Lo suyo era, sobre todo, vigilar el cielo sevillano con espíritu crítico y mirada abierta, sin descartar nada pero sin caer en el sensacionalismo.
Los avistamientos registrados por ellos coinciden en fecha y forma con otros fenómenos observados en
Cádiz, Huelva e incluso en el norte de Marruecos, lo que abre la puerta a una hipótesis regional aún sin investigar: ¿hubo en los años 60 y 70 una oleada ufológica centrada en el sur de la península?
Cádiz, Huelva e incluso en el norte de Marruecos, lo que abre la puerta a una hipótesis regional aún sin investigar: ¿hubo en los años 60 y 70 una oleada ufológica centrada en el sur de la península?
Quizá sí. Quizá no. Pero lo que sí es cierto es que Sevilla tuvo su propio “Proyecto Vigilancia” mucho antes de que hablar de ufología estuviera de moda. Y esa historia, tan olvidada como fascinante, merece ser recuperada.
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