EL ÚLTIMO AJUSTICIADO POR GARROTE VIL EN SEVILLA... Y EN ESPAÑA
El retorcido final de una pena oficial
Durante siglos, el siniestro crujir del garrote vil fue el último sonido que escucharon cientos de condenados a muerte en España. Un método de ejecución silencioso y brutal, que se aplicó hasta bien entrado el siglo XX. Pero, ¿quién fue el último ajusticiado por este medio en Sevilla? ¿Y quién tuvo el dudoso honor de ser el último ejecutado de la historia de España?
Para entender la dimensión de estos hechos, es necesario detenernos en lo que fue exactamente el garrote vil, cómo funcionaba, y por qué se convirtió en un símbolo oscuro del sistema judicial español.
🔧 ¿Qué era el garrote vil?
A diferencia de la horca o la guillotina, el garrote vil era un método de ejecución mecánico y español por excelencia. Consistía en una silla de madera con un poste vertical al que se fijaba el cuello del condenado mediante un collar metálico. En la parte trasera, un tornillo grueso era girado por el verdugo.
El tornillo presionaba la nuca hasta romper las vértebras cervicales o aplastar la tráquea. La muerte podía ser instantánea... o lenta, dependiendo de la técnica y del verdugo.Fue considerado, en su época, un método más "humano" que la horca, ya que evitaba el espectáculo del ahorcado pataleando. Sin embargo, la crudeza psicológica de morir así no se queda atrás. En muchas ejecuciones, la muerte tardaba varios minutos.
📍 El último ejecutado en Sevilla
El último ajusticiado por garrote vil en Sevilla fue José García Gutiérrez, condenado por un crimen pasional. La ejecución tuvo lugar en la Cárcel Real de Sevilla el 5 de marzo de 1950. Aquella mañana,a las cinco en punto, el verdugo giró el mecanismo por última vez en suelo hispalense. Fue una ejecución privada, sin público, en cumplimiento con las nuevas disposiciones del régimen franquista que buscaban evitar la “espectacularización” de la muerte.
La prensa local informó poco o nada, pero el dato quedó registrado en los archivos penitenciarios.
⚰️ El último ejecutado por garrote vil en España
Mucho más conocida es la ejecución de Salvador Puig Antich, militante anarquista catalán, quien fue ajusticiado en Barcelona el 2 de marzo de 1974, bajo el régimen de Franco. Fue una ejecución
polémica, protestada a nivel internacional, y llevada a cabo con un garrote que, según informes, estaba defectuoso. Puig Antich agonizó durante más de media hora mientras los testigos horrorizados observaban impotentes. Aquella ejecución marcó un punto de no retorno en la historia judicial española.El mismo día, pero en otra ciudad, se ejecutó también a Heinz Chez, un criminal común alemán, lo que llevó a muchos a pensar que su muerte fue una forma de "compensar" el carácter político de la de Puig Antich.
⚖️ El fin de la pena de muerte en España
La pena capital se fue extinguiendo en varias fases:
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En 1978, con la aprobación de la Constitución Española, se limitó drásticamente:
“Queda abolida la pena de muerte, salvo lo que puedan disponer las leyes penales militares para tiempos de guerra.” (Artículo 15)
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En 1995, con el nuevo Código Penal, desaparece por completo del ordenamiento jurídico civil y militar.
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Finalmente, en 1998, España firma y ratifica el Protocolo n.º 13 del Convenio Europeo de
Derechos Humanos, que prohíbe la pena de muerte en todas las circunstancias, incluso en tiempo de guerra.
Desde entonces, ningún tribunal español puede condenar a muerte, y ni siquiera se permite su aplicación en misiones internacionales o en cooperación jurídica con países que la practiquen.
☠️ El garrote como símbolo de horror
A diferencia de otros métodos como la horca, el pelotón o la silla eléctrica, el garrote vil fue usado casi exclusivamente en España y sus colonias. Su singularidad y su simbolismo quedaron tan marcados que, tras su abolición, muchos de estos aparatos fueron retirados y destruidos. Sin embargo, algunos se conservan en museos, como el del Museo Criminológico de Salamanca o el del Museo de la Tortura de Santillana del Mar.La historia de la pena de muerte en España, y especialmente del garrote vil, es un espejo tenebroso de nuestra evolución como sociedad. Pasamos del espectáculo público de la ejecución a los pasillos discretos de las prisiones, hasta llegar a su abolición definitiva. Sevilla, como tantas otras ciudades, fue escenario de esta práctica, y su recuerdo permanece, silencioso, en los documentos, las paredes de la antigua cárcel… y la memoria colectiva.
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