lunes, diciembre 21, 2015

UN OVNI EN LA CARRETERA


Los avistamientos de objetos voladores no identificados (OVNIs) suelen ser, en su mayoría, eventos fugaces, luces en lo alto del cielo que, en la lejanía, apenas pueden ser comprendidos o verificados con certeza. Las luces, muchas veces sin trayectoria aparente o con movimientos que no parecen

"inteligentes", se desvanecen sin dejar huella. Estos avistamientos, aunque intrigantes, son a menudo fáciles de descartar como fenómenos meteorológicos, aviones o satélites. Sin embargo, hay ocasiones en las que estos encuentros se vuelven mucho más radicales, cercanos e impactantes, marcando profundamente la vida de quienes los presencian. Tal es el caso de José (nombre ficticio para preservar su identidad), quien vivió una de estas experiencias transformadoras en una noche fría de invierno en 1967.

Aquella noche, José regresaba a su hogar después de haber pasado el día con su pareja en la localidad sevillana de Gerena. Las estrellas brillaban débilmente sobre el campo andaluz mientras conducía su moto por una carretera solitaria que unía los pueblos de Gerena y Olivares. La carretera era estrecha y oscura, apenas transitada, lo que le daba un aire casi fantasmal. Las únicas fuentes de luz provenían de su moto y, a lo lejos, las siluetas de las colinas y los árboles se perdían en la negrura de la noche. Mientras avanzaba, llegó a la altura de la Torre de San Antonio, también conocida por los lugareños como la Torre Mocha, una antigua construcción que se erguía imponente y solitaria en medio del campo. Fue en ese preciso instante cuando algo fuera de lo común captó su atención.

Una intensa y brillante luz se cernía sobre la torre, flotando a unos pocos metros del suelo. José desaceleró instintivamente, sus ojos fijos en aquel resplandor inusual. El aire se sentía pesado, como si la atmósfera misma estuviera cargada de algo desconocido. A medida que se acercaba más, pudo ver con mayor claridad el origen de aquella luz. No era un simple destello en el cielo ni una estrella fugaz, era algo más tangible, algo que desafiaba todo lo que había conocido. Frente a él se encontraba un objeto de gran tamaño, suspendido en el aire de manera imposible, justo al lado de la torre.

Aquel objeto parecía estar al tanto de su presencia. Con un movimiento inesperado, la luminosa estructura se elevó unos metros más, con una agilidad que desafiaba cualquier lógica terrestre. Y, en un abrir y cerrar de ojos, se desplazó para colocarse directamente en medio de la carretera, bloqueando el camino de José. Paralizado por el terror, José detuvo su moto. Aunque su instinto le gritaba que huyera, el miedo lo mantenía inmóvil. El motor de su moto seguía encendido, vibrando bajo él, listo para una rápida huida si la situación lo requería. "Pude ver ese objeto a unos 100 metros de mí, perfectamente, allí, esperándome", recordaría José tiempo después, con la voz aún temblorosa al rememorar ese momento.

El objeto tenía una forma discoidal, casi perfecta. En su centro, una esfera grande parecía flotar, rodeada de luces de colores que se movían de manera casi hipnótica. Esas luces no solo brillaban, sino que emitían un sonido peculiar, un ruido metálico que se mezclaba con el silencio de la noche, creando una atmósfera aún más surrealista. Los colores bailaban en un patrón que parecía tener algún tipo de orden, pero que José no lograba descifrar. Los minutos se volvieron eternos mientras él permanecía quieto, observando con incredulidad aquella nave que desafiaba las leyes de la física y su propia comprensión de la realidad.

Durante cinco interminables minutos, José no fue capaz de moverse. El tiempo, para él, parecía haber perdido su sentido. El miedo lo envolvía, y su cuerpo estaba paralizado por completo, atrapado entre la curiosidad y el terror absoluto. Finalmente, como si aquel artefacto hubiese decidido que su mensaje había sido transmitido, el objeto se elevó de nuevo con la misma agilidad inesperada, volviendo a su posición original junto a la torre. Ese fue el momento que José había estado esperando. Sin pensarlo dos veces, giró el acelerador de su moto y salió disparado por la carretera, dejando atrás la escena que lo había mantenido cautivo.

Tal era su estado de terror que tomó una decisión arriesgada: apagó las luces de su moto para no llamar la atención del extraño objeto. La carretera era completamente oscura, y conducir en esas condiciones era una imprudencia que podría haberle costado la vida, pero el miedo a lo desconocido superaba cualquier preocupación por su seguridad. Las sombras lo rodeaban mientras avanzaba a toda velocidad, sintiendo que algo o alguien lo podía estar persiguiendo.

Cuando finalmente llegó a su casa, su cuerpo temblaba de pies a cabeza. Su padre, al verlo entrar con el rostro pálido y el sudor corriendo por su frente, supo de inmediato que algo no estaba bien. José, todavía agitado, trató de explicarle lo que había visto. Las palabras apenas le salían, entrecortadas por el miedo y la incredulidad de lo que había experimentado.

Días más tarde, todavía afectado por el encuentro, José y su padre decidieron buscar ayuda. Acudieron al reconocido ufólogo de la localidad de Gerena, Joaquín Mateos Nogales, un hombre que había dedicado gran parte de su vida a investigar este tipo de fenómenos. Mateos Nogales escuchó atentamente el relato de José, haciendo preguntas detalladas para obtener una comprensión más precisa de lo sucedido. La descripción del objeto, su comportamiento y la sensación abrumadora que lo acompañaba no dejaban lugar a dudas: José había sido testigo de un avistamiento OVNI de gran relevancia.

A medida que Mateos Nogales investigaba más profundamente el caso, quedaron muchas preguntas en el aire: ¿Qué había sido exactamente lo que José había visto? ¿Por qué el objeto había interactuado con él de una manera tan directa? ¿Había alguna conexión entre la Torre de San Antonio y este misterioso evento? A pesar de sus esfuerzos, muchas de esas preguntas quedaron sin respuesta, como suele suceder en estos casos.

A día de hoy, el caso de José sigue siendo uno de los más intrigantes en la historia de los avistamientos OVNI en la región de Sevilla. Aunque el misterio persiste, su experiencia es un recordatorio de que, a veces, lo desconocido se presenta de manera tan clara y cercana que resulta imposible ignorarlo.