martes, julio 15, 2025

El cuarto clausurado del Archivo de Indias

 

🕰️ El cuarto clausurado del Archivo de Indias


“Distrito 9”: entre el mito y el expediente oculto

En el corazón de Sevilla, a pocos pasos de la Catedral y el Alcázar, se alza uno de los archivos históricos más importantes del mundo: el Archivo General de Indias. En sus salas de madera y piedra se custodian más de 43.000 legajos relacionados con el descubrimiento y la colonización de América. Pero algunos investigadores, archiveros retirados y curiosos con buena memoria aseguran que dentro de este edificio existe una habitación cerrada al público, sellada hace más de un siglo, conocida de forma no oficial como el Distrito 9.

Una sala que las instituciones niegan categóricamente, pero que otros defienden como real.
Una historia que divide a quien la escucha.


🚪 Una puerta que no figura en los planos

Antiguamente conocida como “Depósito número 9”, esta habitación habría sido clausurada a mediados del siglo XIX. Desde entonces, ningún visitante ni trabajador de rango medio ha vuelto a acceder a ella. Solo algunos directores, custodios de alto nivel y presuntas visitas gubernamentales muy puntuales habrían entrado… según versiones que circulan de boca en boca.

Los que afirman su existencia aseguran que en su interior se guardan documentos considerados
demasiado delicados o comprometidos como para estar disponibles al público
: informes de misioneros sobre fenómenos inexplicables, descripciones de seres “no humanos” encontradas en crónicas de exploradores, mapas de territorios desaparecidos del Caribe, e incluso cartas censuradas por el Santo Oficio.

Para quienes niegan esta historia —entre ellos historiadores académicos, archiveros oficiales y portavoces del Ministerio de Cultura—, todo esto no es más que una leyenda urbana, alimentada por el romanticismo del misterio y el desconocimiento del verdadero funcionamiento del Archivo.


📜 El documento 303-B: una página que no debía leerse

Una de las claves de esta historia es el llamado documento 303-B, una carta anónima, sin firma ni remitente, supuestamente hallada por error en 1972 durante una restauración. En ella se narraba el hallazgo de un ser inhumano en la selva del Darién:

“Lo hemos hallado entre la niebla del Darién. No habla. No envejece. No respira. No
muere.”

Quienes aseguran haberlo leído afirman que el documento desapareció misteriosamente semanas después. Cuando se preguntó por él, la respuesta oficial fue tajante:
“Ese documento nunca existió.”

Los escépticos afirman que nunca existió nada parecido y que ningún legajo con esa numeración aparece registrado. Sin embargo, investigadores alternativos insisten en que varios documentos con datos similares han desaparecido sin explicación de los catálogos públicos del Archivo.


🗝️ Una llave, una sala y un silencio compartido

Según algunos testigos indirectos, solo una llave abre esa sala sellada, custodiada por un funcionario de alto rango. Cada ciertos años, aseguran, un individuo con escolta entra discretamente en el Archivo tras el cierre. Siempre con un maletín. Siempre con prisa. No se registra su visita. Nadie da
explicaciones. Algunos trabajadores han confesado fuera de micrófonos que, aunque no saben lo que hay dentro, el ambiente cambia cuando esa puerta se abre.

De nuevo, hay quienes lo desmienten todo: no hay ninguna puerta sellada, no hay documentos secretos, y todo el contenido del Archivo está disponible bajo cita previa. Y, hasta donde alcanza la versión oficial, así es.


⚖️ Una historia negada por muchos… y afirmada por otros tantos

Esta historia vive entre dos fuegos:
Por un lado, la negación institucional absoluta. Por otro, el testimonio persistente de quienes aseguran que esa sala existe, y que dentro guarda una parte de la historia que no estamos preparados
para leer
.

Hay quien lo llama mito. Otros, desinformación.
Pero también están quienes, por experiencia, por acceso o por casualidad, han visto, escuchado o leído lo suficiente como para no poder negar lo que vieron.


🎙️ Tú decides

Como siempre ocurre con los relatos que incomodan, cada uno debe sacar sus propias conclusiones.
¿Estamos ante un simple rumor magnificado por el tiempo?
¿O ante una de esas verdades que se ocultan no porque no existan, sino precisamente porque sí?

Una cosa es segura: nadie da tantas explicaciones para negar algo que no existe.

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