Los prisioneros malditos de la Torre del Oro: secretos oscuros a orillas del Guadalquivir
Pocos monumentos en Sevilla tienen tanta presencia y peso simbólico como la Torre del Oro. Erguida desde el siglo XIII junto al río Guadalquivir, esta torre almohade ha sido testigo de guerras, llegadas triunfales, crecidas del río, navegaciones imperiales y celebraciones populares. Pero detrás de su estampa dorada y su nombre poético, se esconde una historia menos conocida: la de los prisioneros olvidados que fueron encerrados entre sus muros... y cuya energía, dicen algunos, aún se siente.
Porque no todos los que pasaron por la Torre del Oro fueron soldados, navegantes o vigías. Algunos fueron reos marcados por la sospecha, el miedo y, en ocasiones, la superstición. Y entre ellos, hubo quienes dejaron una huella maldita en los muros del torreón.
La Torre como prisión: una función olvidada
Aunque muchos sevillanos la identifican hoy como museo o símbolo turístico, la Torre del Oro fue durante siglos una cárcel militar y civil. Su ubicación estratégica, su estructura de piedra inexpugnable y su cercanía al río la convirtieron en un lugar perfecto para retener a ciertos prisioneros “incómodos” fuera de la vista del pueblo.
Desde el siglo XIV en adelante, se documenta su uso para encerrar a corsarios capturados, soldados desertores, y también a individuos considerados peligrosos para el orden espiritual: herejes, iluminados, alquimistas y místicos, cuya reclusión no siempre pasaba por el filtro oficial de la Inquisición.
Según documentos del archivo municipal, entre 1624 y 1631 hubo al menos cuatro reclusos mantenidos en aislamiento en la Torre del Oro por orden del gobernador militar de la ciudad. Lo que los unía a todos era haber sido acusados de practicar “artes vedadas, visiones profanas o contacto con entidades no humanas”.
Las marcas en la piedra
Durante una restauración llevada a cabo en el siglo XIX, se hallaron en las estancias interiores de la torre símbolos grabados en los muros, que no se correspondían con simples grafitis de prisioneros aburridos. Los informes de los arquitectos de entonces, conservados en el archivo de obras públicas, describen figuras geométricas, estrellas de ocho puntas, ojos con lágrimas, frases en latín, hebreo y
caracteres desconocidos.
caracteres desconocidos.
Uno de los grabados más inquietantes, hoy parcialmente borrado, decía:
> “Vi al ángel que cae desde el cuarto cielo. Él me mostró la verdad que los hombres no quieren ver.”
Los obreros que trabajaban en la restauración se negaron durante días a seguir limpiando esa sala, tras asegurar que sentían "presencias" y cambios bruscos de temperatura.
El caso del “poseído de la torre”
Uno de los prisioneros más enigmáticos que habría pasado por la Torre del Oro fue un joven soldado llamado Mateo del Río, detenido en 1628 por “comportamiento blasfemo y visiones demoníacas en público”. Según un documento militar rescatado por el historiador Manuel Serrano Ortega, Mateo aseguraba haber sido visitado por un “ángel caído” que le revelaba secretos del destino de Sevilla.
Lo más inquietante es que, antes de morir en su celda (presuntamente por suicidio), dejó escrito con su propia sangre:
> “No me pertenece la voz, sino la sombra que la trajo. No me guardéis bajo la torre, porque la torre también caerá.”
Este escrito fue recogido por un capellán y entregado a las autoridades eclesiásticas, que lo consideraron producto de un desequilibrio mental… aunque ordenaron sellar la celda y no volver a usarla nunca más.
Presencias en la actualidad
Aunque hoy la Torre del Oro es visitable y alberga el Museo Naval, algunos vigilantes nocturnos han declarado haber oído pasos, murmullos en voz baja, golpes secos en estancias vacías y cambios de presión en el aire, especialmente en las noches de tormenta. Uno de ellos, entrevistado en 2006 de
forma anónima para un estudio privado, afirmó:
forma anónima para un estudio privado, afirmó:
> “No quiero sonar loco, pero a veces siento que hay alguien más subiendo por la escalera... alguien que no deja sombra, pero que pesa.”
También se ha hablado de una figura oscura observando desde las ventanas más altas en noches de niebla, algo que han registrado turistas y fotógrafos, pero sin explicación clara.
¿Qué se encerró realmente en la Torre?
¿Fueron estos prisioneros herejes, visionarios, enfermos mentales… o contactados con algo que la sociedad de su tiempo no podía comprender? ¿Fue la Torre del Oro solo una cárcel física, o también una
especie de cárcel espiritual, donde se intentó encerrar lo que no se podía explicar?
especie de cárcel espiritual, donde se intentó encerrar lo que no se podía explicar?
Lo cierto es que el poder simbólico de la torre es indudable: su nombre, su forma, su cercanía al agua, su relación con el sol poniente… todo en ella parece hablar de límites entre mundos.
lo que permanece encerrado
A día de hoy, algunas de las inscripciones descubiertas en las celdas de la torre han sido cubiertas o retiradas. Otras, simplemente olvidadas. No hay carteles que hablen de esto en las visitas guiadas. Y sin embargo, la memoria de esos hombres que hablaron con ángeles oscuros sigue latiendo entre los muros fríos de la torre.
Porque hay cárceles que no se ven. Y prisioneros que dejaron su sello más allá del tiempo.
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