miércoles, junio 18, 2025

EL TERREMOTO DE SEVILLA

EL TERREMOTO DE SEVILLA 



El gran temblor de 1969: la madrugada en que Sevilla despertó con miedo

Hay noches que quedan grabadas en la memoria colectiva de una ciudad. La del 28 de febrero de 1969 fue una de ellas. Aquel día, mientras la mayoría dormía, un terremoto sacudió Sevilla durante 30 eternos segundos, alterando la calma de la madrugada y sembrando el miedo entre quienes sintieron la tierra vibrar bajo sus pies.

Aunque el epicentro se localizó lejos de nuestra ciudad —concretamente en el Banco de Horseshoe, a unos 200 kilómetros al suroeste del cabo de San Vicente, en Portugal—, su magnitud de 7,8 en la escala de Richter lo convirtió en uno de los seísmos más potentes registrados en Europa Occidental durante todo el siglo XX.


Una Sevilla sobresaltada

Eran las 03:40. En barrios como Triana, La Macarena o Nervión, el silencio fue interrumpido por un estruendo sordo, como el rugido de algo profundo y desconocido. Las camas se sacudieron, los cristales tintinearon, y muchos sevillanos salieron a la calle como estaban: en pijama, con mantas al

hombro y el rostro marcado por el desconcierto. Algunos decidieron no volver a sus casas hasta que amaneciera, refugiándose en coches, patios o parques.

Los periódicos del día siguiente, como ABC Sevilla o El Correo de Andalucía, no escatimaron en titulares: “Violento terremoto sacudió anoche Sevilla”, “Noche de angustia en la ciudad”. Y no era para menos. El miedo era palpable.

Monumentos heridos

El temblor no dejó grandes tragedias humanas en la capital, pero sí heridas visibles en su patrimonio: grietas en la Catedral, yeserías desprendidas en la Giralda, fisuras en el convento de Santa Clara,

cornisas caídas y vidrieras rotas en la Plaza de España. Varios templos fueron inspeccionados al amanecer. Afortunadamente, no se registraron daños en las imágenes procesionales, algo que tranquilizó a los cofrades, ya que el sismo coincidió con los primeros días de Cuaresma.



Más allá de nuestras fronteras

Donde sí se vivió una tragedia mayor fue en el sur de Portugal, especialmente en el Algarve. Allí se contabilizaron 13 fallecidos y numerosos daños materiales. En España, provincias como Huelva y Cádiz también sufrieron destrozos importantes, sobre todo en zonas rurales y viviendas de construcción débil.

Un terremoto nacido de las entrañas del planeta

Este fenómeno fue provocado por la actividad de la falla Azores-Gibraltar, el punto de contacto entre las placas tectónicas africana y euroasiática. Esta falla ha sido responsable de episodios históricos como


el famoso terremoto de Lisboa de 1755, y continúa siendo una de las zonas con mayor potencial sísmico del continente.

Aunque en un primer momento hubo temor a un tsunami, lo cierto es que solo se detectaron leves alteraciones del nivel del mar. No se emitieron alertas mayores.

El lado humano del miedo

Más allá de los datos, este evento marcó emocionalmente a toda una generación. Aún hoy, hay quienes recuerdan esa noche con precisión:

“Parecía que la Giralda se movía de un lado a otro”, decía un vecino de la Plaza Virgen de los Reyes.
Otros mencionan comportamientos inusuales en animales: caballos nerviosos antes del
temblor, gallinas que no durmieron
, perros que aullaban sin razón aparente.

En medio del caos, la radio local —con Radio Sevilla a la cabeza— se convirtió en un bastión de información y tranquilidad, ofreciendo actualizaciones constantes mientras la ciudad buscaba respuestas. Incluso hubo espacio para el humor: al día siguiente, en teatros y tertulias, algunos bromearon con que “los actores temblaban más que el decorado”.

Un antes y un después

Tras el seísmo, el Ayuntamiento ordenó inspecciones estructurales y revisiones de edificios públicos. Desde la ciencia, este terremoto impulsó mejoras en la monitorización sísmica y llevó a reforzar las normativas de construcción en zonas sensibles.

Hoy, más de medio siglo después, el gran terremoto del 69 sigue vivo en el recuerdo de Sevilla. Fue una noche en la que la ciudad despertó asustada, vulnerable, mirando al cielo pero sintiendo que el verdadero peligro venía de las entrañas de la Tierra.

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